viernes, 16 de enero de 2009

Confieso

viernes, 16 de enero de 2009
Los días fríos, esos como hoy en que el cielo se torna nostálgico y la vida se esconde tras sus hogares, ah maldición, esos días los adoro porque es cuando más triste me siento.

Me siento en mi cama, agarro mi guitarra, toco acordes tristes, recuerdo momentos buenos, malos, me da frío, siento como cada vez me adentro en el pasado, siento el pasar del tiempo en los poros de mi piel, cierro los ojos, comienzo a viajar, a recordar cada voz, cada aroma, cada calor, cada mirada, cada beso, abrazo, arrumaco…

Las palabras, las frases retumban en mi cabeza, porque he de confesar que por lo general recuerdo a la gente por sus frases, a cada persona le encuentro una, o al menos se la asocio. Es como en la novela del Perfume, en donde Grenouille recuerda todo a base de aromas, cada presa, cada lugar, cada color, cada instante…

Les confieso también que los días fríos son mis favoritos, nada más por llevarle la contraria a los calurosos, en los que todo es agobiante. Y son mis favoritos porque el calor lo creas tú mismo, porque siempre hay un rico café de olla en la cocina y comemos caldo de verduras, porque es cuando acostumbramos sentarnos en la mesa después de comer y platicamos, a lo mejor un buen juego de mesa viene al caso, a lo mejor nos acostamos a ver películas, a lo mejor nos dormimos juntos. En general, el ritmo de vida es ameno, más tranquilo, hacemos las cosas con gusto, vaya, es como si regresara la navidad en mi casa cada que hace frío.

Pero hoy no, hoy estoy solito en mi cuarto, mi mamá está trabajando y mi hermana está en su rollo también, encerrada en su mundo igual que yo ahorita. Me duelen los dedos al teclear, no es un frío crudo, pero la crudeza con la que me topo en mi alma, en mi sentir, en la forma de pensar, eso es lo que me produce dolor. Arrepentimiento quizá, por no calcular la magnitud de mis actos, de todo aquello que trasciende con el tiempo, y ese tiempo que empieza a llegar, por fin, superado por mis actos y todo lo que dejé atrás.

¿Es eso que estoy sintiendo lo que se conoce como consecuencia? Hubiera sido previsor y no enrollarme con toda entrega y corazón pero, ¿quién te hace entender eso cuando en verdad estás convencido de que no hay nada mejor? Es verdad. Confieso que eso que me pasó hace algunos meses y que yo lo veía superado se ha apoderado de mí, sólo que en forma y con alcances diferentes. Eso que siento ahora tiene nombre y es tan común como el amor y la felicidad: SOLEDAD.

Desde las calamidades de este inhóspito lugar me encuentro escribiendo, más hundido día a día y aún sin encontrar respuesta a muchas preguntas que, por salud mental, procuré olvidarlas pero hoy es como si todo resurgiera, como si los cajones se abrieran por sí solos, como si se levantara de la tierra todo lo que había muerto, en fin, hoy volviste a mi mente, a ocupar toda su extensión.

No necesito fotografías, recuerdo con bastante intensidad cada parte de ti, cada momento que vivimos desde que nos conocimos, cada gesto, cada sueño compartido y todos los demás derramados, aún lo respiro como si acabara de pasar. El nudo en la garganta vuelve a lastimarme e impedirme la respiración, sigo sin comprender tu forma de vivir y sigo también extrañándote a más no poder. Qué egoísta de mi parte pensar que sólo yo te podría hacer feliz, pero más egoísta fue tu postura al partir. Como dice la canción de abajo, ‘porque amores que matan nunca mueren’.

Estimados, este post es dedicado a mi soledad, para que se sienta complacida y no entristezca a mi alma, siempre he pensado que el don de escribir para sí mismo es tan complaciente como una buena copa de vino o un buen cigarrillo mirando el atardecer.

Espero recuerden o de perdis adivinen el significado y el autor de ésta tan adecuada canción:

Yo no quiero un amor civilizado,
Con recibos y escena del sofá;
Yo no quiero que viajes al pasado
Y vuelvas del mercado
Con ganas de llorar.

Yo no quiero vecínas con pucheros;
Yo no quiero sembrar ni compartir;
Yo no quiero catorce de febrero
Ni cumpleaños feliz.

Yo no quiero cargar con tus maletas;
Yo no quiero que elijas mi champú;
Yo no quiero mudarme de planeta,
Cortarme la coleta,
Brindar a tu salud.

Yo no quiero domingos por la tarde;
Yo no quiero columpio en el jardin;
Lo que yo quiero, corazón cobarde,
Es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren.

Yo no quiero juntar para mañana,
No me pidas llegar a fin de mes;
Yo no quiero comerme una manzana
Dos veces por semana
Sin ganas de comer.

Yo no quiero calor de invernadero;
Yo no quiero besar tu cicatriz;
Yo no quiero París con aguacero
Ni Venecia sin tí.

No me esperes a las doce en el juzgado;
No me digas volvamos a empezar;
Yo no quiero ni libre ni ocupado,
Ni carne ni pecado,
Ni orgullo ni piedad.

Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
Yo no quiero contigo ni sin ti;
Lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
Es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren.

"Puedes ser tan sólo una persona para el mundo, pero para una persona eres el mundo" (bueno, corrijo, FUISTE EL MUNDO, ya no quiero que lo seas)

2 recordatorios maternos, deja el tuyo:

Root

Caray... supongo que días como el que describes nos mueven algo a todos. Comprendo lo que dices porque también he tenido encuentros conmi yo interno, ese al que quieres acallar pues te reclama el no haber hecho todo lo que querias hacer... o lo que debias hacer. En fin, reflexionar un poco sobre lo que fue, lo que es y lo que desde ahora podemos hacer que sea es un gran ejercicio que no todos se atreven a realizar.

Muchas gracias por tus comentarios allá en el changarro jeje, lo de los seguidores pues la verdad no lo sé, supongo que pondré la opción en el perfil para ver si eso funciona va??

Te mando un beso, cuidate!!

Anónimo

ahhh la melancolía, la soledad en su máxima expresión....... un vicio en el que todos encontramos inspiración... un vicio que nos puede consumir si no sabemos poner un límite...

Los recuerdos siempre estan latentes, inflamando el pecho de emociones perdidas e incertidumbres de futuros que tal vez nunca serán, y a los que el maldito "hubiera" acompaña con una sonrisa de oreja a oreja, porque sabe que mientras esté presente, infinidad de historias con finales felices se recrearan en la mente...

Todos tenemos una historia y en este caso... una dama de compañía, que nos sigue con su sombra, mientras encontramos a la persona con quien compartir nuestra realidad... pero, ¿llegará el día en que la logremos por fin alejar?, creo que para lograr eso solo hay dos caminos: Encontrar el amor real, o, ver que aquella dama encontro la verdadera felicidad...

Sale primo, son las primeras palabras que te dejo por estos rumbos, espero que no esten muy fumadas....
Te dejo una fracesilla que un día pensando en mi "dama de compañia" me vino a la mente, que por más triste que pudiera sonar, para mi, es un punto y aparte (o suspensivos jejeje)en mi vida:

"Entre metales, papel y carbón, se va consumiendo mi vida... después de todo, nuestro tiempo no es eterno..."

Saludos!!!

 
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