miércoles, 15 de julio de 2009

El Diablo Está En Su Imaginación.

miércoles, 15 de julio de 2009

Entrada reciente que me tocó en Blogguercedario.

Uff, como sea saqué el compromiso, pues no se me ocurría nada para publicar.

EL DIABLO ESTÁ EN SU IMAGINACIÓN.

Me encontraba en mi casa decidiendo sobre lo chica que es mi habitación, la cantidad de muebles y la pintura de las paredes. Quería lograr una armonía perfecta, un ambiente en donde cada rincón fuera acogedor. La cama pegada a la pared, el buró al lado, un pequeño librero al fondo y el sistema de audio colgado en los muros.

- No, creo que no es así lo que busco.

No era para menos, me encontraba en un dilema de mi vida entera. Había pasado poco más de un año en que saqué mi último fruto artístico: una balada que empecé en mi guitarra y culminé elaborando arreglos para musicalizarla con batería, piano, bajo, violines, violonchelo y coros con voces en tonos diferentes. En ese tiempo pensé que había encontrado la fórmula correcta para dirigir a mis futuras obras e inclinar mi carrera hacia cierto sentido. Definitivamente me gusta la música y la lírica, me gusta hablar con música de fondo pues.

Sin embargo, nada pasó. Y me di cuenta demasiado tarde, tiene poco que en mi computadora quise recuperar un poco el orden que solía tener de mis archivos y carpetas. Fue como encontré y revisé un documento de texto que se fechaba en abril de 2008 y en el que, además de esa letrita bastante peculiar que me hizo trabajar desde diciembre pasado (2007) y hasta entonces, incluía unas anotaciones que referenciaban el comportamiento de cada uno de los instrumentos musicales involucrados y su intervención, así como el perfil de los instrumentistas que requería la canción.

- ¡Rayos! Cuando aún en este cuarto se podía trabajar a gusto.

Posters en la pared que me recuerdan a cada momento los lugares que alcancé y los eventos donde participé con los distintos grupos musicales, en los distintos géneros en que me he desenvuelto. Sin embargo, me di cuenta que hasta mi guitarra había perdido ese aroma a cedro tan penetrante que siempre me motivaba a tocarla. En ese tiempo solía también rayar el espejo y el pizarrón con frases que se me ocurrieran, sin omitir que también las escribía en el móvil o en un cuaderno que siempre me acompañaba a todos lados.

Lo que pasa, entonces pensé, es que me he vuelto muy perfeccionista y me he presionado de una forma tal que bloqueo mi propia creatividad. ¿Cómo fue que compuse esa última canción? Yo había querido rescatar únicamente la técnica que empleé desde el principio, desde que coloqué el primer verso en el papel, cuando experimenté entre un sinfín de acordes y tonalidades para decidirme por el de Si Mayor. Pero al momento de mi análisis olvidé o ignoré por completo todo lo demás que me había hecho escribir y tocar de esa manera. Ignoré, por ejemplo, las ansias de querer plasmar algo en papel, el recuerdo de mi pareja en aquel tiempo que me hacía sobrar motivos para vivir en felicidad y armonía, la improvisación musical a la que recurría a cada momento, olvidé pues, el amor al arte… y a la vida misma, creo.

Ahora no me daba el lujo de imitar o corregir trabajos anteriores. Todo quería que fuese nuevo. Sin embargo, no encontraba ese verso o armonía que me diera lo que estaba buscando. En cambio, mi último trabajo estaba basado en varias ideas de trabajos anteriores, todos matizados y tratando de ser corregidos con las técnicas que ahora sabía emplear a la música, no como antes, en que sólo imaginaba el entorno musical definitivo al mismo tiempo que cantaba una obra junto a los acordes de mi guitarra.

Y regresando al tema de mi habitación, siempre terminaba concluyendo que era mi rincón sagrado, el ideal para que fluyeran con naturalidad e ingenio todas mis ideas y formas de pensar, no sólo en la música, sino en los incontables sentidos que tenía la vida. Bueno, quizá basta con organizar de nueva cuenta mi habitación, limpiar el polvo, colgar nuevos símbolos, buscar y repasar los borradores de trabajos inconclusos que me recordaran el sentido que debía tomar mi carrera. Pero por más que movía mi cama y mis escasos dos muebles de lugar, por más que exhibía otras estampas en la pared, incluso luego de darle más iluminación al cuarto y de reorganizar mis libros y cuadernos, aún después de todo, quedé insatisfecho. Ahora no era capaz de percibir lo positivo del asunto, pensaba que quizá el diablo estaba situado en mi imaginación, se adueñaba de mi falta de optimismo y de creatividad. Pero tampoco consideraba que me hubiese convertido en una persona moralmente mala. Bueno, quizá entonces debí de prestarle atención a la insatisfacción e inestabilidad que me ahondaba.

- ¿Qué tal cambiar el lugar de trabajo?

Bien pudiese ser el estudio de la casa, quizá el comedor, las escaleras huelen bien y el jardín aún permanece tranquilo. La sala, el patio, la cochera, la banqueta al atardecer… Había tantos lugares y tantos ambientes, tantos colores diferentes y muchas cosas más. Al diablo con mi cuarto decidí, ya me cansé de estar siempre aquí. Lo voy a adorar quizá por tantas y tantas cosas que de ahí florecieron. Cantos, versos, melodías, armonías, lecturas, escrituras, preguntas, respuestas…

Es por esto que, en plena crisis de creatividad, me atrevo a experimentar en distinto horario y lugar un ensayo que refleje mi único y singular problema: no tengo de qué escribir. Por eso ahora estoy ubicado en la sala, con el ventilador puesto, el radio de fondo, las luces prendidas, los pequeños vecinos jugando afuera, el perro lamiéndome los pies, los mosquitos picándome la piel y en la cocina calentándose un buen café.

- ¡Ah, qué buena falta hace un cigarrillo para celebrar que pude terminar de expresar este extraño sentir!

Así que, señores, me retiro de mi práctica improvisadora y cierro el taller por el día de hoy.

¿Y mi cama?

Mi cama… buena pregunta… creo que de ahora en adelante, la cama será sólo para dormir.

Punto Final.

P.D. Cuando regrese mi imaginación volverán a saber de mi, espero no tardar mucho!

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